Devorando elefantes

viernes, 25 de mayo de 2018

"Un novio poeta"


"El verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de los que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante"

La ridícula idea de no volver a verte, Rosa Montero.









Soñé que me querías. 
Había visto una esquina del armario viejo de aquel pisito frente al mar, ¿recuerdas? Era una mañana cualquiera, lo abría y buscaba un vestido que ponerme para la cena de nuestro aniversario. Era verano. Y yo estaba descansada. 

También hoy he vuelto a ver un pedazo de nosotros en aquella lámina impresionista de Van Gogh, tu pintor favorito. Lucía en aquel salón tan amplio y mediterráneo. Fuimos felices en aquel paraíso. 

Sigues por toda la casa. En el vestidor; cuánto te gustaba el vestidor. Siempre quise dejártelo a ti para así hacerte sentir importante; estaban todas tus camisas, tus zapatos, aquellos gemelos que no estrenaste nunca y tu mochila del monte. Estaba tu olor. 

También te encuentro en la ducha; cuando olvidabas coger una toalla y me llamabas tan bonito para que yo te la acercase.

En aquella cama sí que te tuve. Cuántas cosas hermosas sucedieron allí; en ella pude escuchar muchas de tus palabras ahogadas; sentir tus manos grandes que me recogían en tu regazo y me capturaban. Había mañanas que era imposible salir de ellas.

Fuimos felices. F de felices. 


Nunca he cesado en el empeño de ser tu amante.

Pero hubo una noche, aquella noche tempestuosa de 13 semanas en la que empezó la increíble huida, esa de la que no pudimos escapar; era más fuerte que tú. La escondí durante mucho tiempo, por protegerte, por protegernos... Todavía siento escalofríos cuando la veo. Todavía me hiela y me asusta. Todavía me persigue. 

 Todavía oigo el mar de aquella noche.

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