Chica leyendo
Inmiscuidos de lleno en el final de curso, vuelvo a encontrar los pasillos del instituto repletos de bullicio, calor y hormonas adolescentes; los departamentos, de exámenes, informes y suspicacias; los despachos, de cupos, pretensiones y medallas.
Los chicos están nerviosos, cansados; el sprint final les llega tarde y a destiempo, como casi todos los finales; algunos de ellos, han perdido la batalla y nos les queda otra que pasear sus pueriles rostros de orfandad por entre las aulas; otros, sin embargo, sueñan con el final, el verano y el mar; un mar que muy pocos contemplarán desde alguna recóndita ventana imaginaria en este pueblo de huerta y desamparo. Nosotros tratamos de hacer piruetas en el calendario; faltan días para fijar exámenes y recuperaciones de las recuperaciones -que nadie se quede sin la oportunidad de enmendar-; las faltas de ortografía pasan a ser una circunstancia más y Romeo y Julieta vuelve a ser nuestro bálsamo de fierabrás en esta antesala del descanso. Será que el amor y el teatro son dos formas fantásticas de redención.
Entretanto, busco un cobijo. Preparo ávidamente mis lecturas de verano; sueño con novelas de siempre y ahora, novelas frescas, intimistas, deliciosas, catárticas. Vuelvo a la vida. No lo puedo evitar, en medio de esta vorágine de requisitos infundables, termino contándoselo a los chicos, y me ilusiono con que tal vez ellos puedan soñar también con el milagro de la literatura.
Seguro que sí... Tal vez alguno consiga a través de ti lograr esa suerte de redención.
ResponderEliminarGracias por seguir soñando y por compartirlo con nosotros.
Gracias a ti, siempre.
ResponderEliminarEl primer post q te leo. Siempre tan lúcida y sensitiva.
ResponderEliminar