Devorando elefantes

lunes, 2 de noviembre de 2020

AUTOBIOGRAFÍA

 


Filomena I
Miriam Martínez Abellán


Mi amiga C. siempre decía que yo era una niña muy soñadora; y es cierto, soñaba constantemente en mis agotadoras vigilias, y por las noches, por fin, descansaba.

Mi amiga C. sabe muy bien quién soy; nos conocimos cuando éramos muy pequeñitas, y desde entonces, tan unidas. Ella era rubia; yo, morena. Ella era bajita; yo, muy grande. Ella era del centro; yo, del extrarradio. Ella usaba disfraces bonitos; yo, de mis hermanos. Ella desayunaba pan casero; yo, cualquier cosa que mi madre podía preparar. Ella, en Navidad, recibía muchos regalos; yo, tenía que inventármelos. Ella era la pequeña de dos hermanas; yo, la pequeña de cinco. Ella fue una niña deseada; yo, una "inconsciencia" de mis padres. Ella era sencilla y educada; yo, contestaria y quejicona. A ella le leían cuentos cada noche; yo, me los inventaba. Ella tenía libros en casa; yo, solo una vieja enciclopedia y un par de libros de consulta. A ella le hacían fotos; a mí, no. Ella tenía vacaciones y me escribía cartas desde la playa; yo nunca tuve que hacerlo, porque solo iba los domingos. Ella tenía una cartilla con dinero que sus padres habían ahorrado para cuando marchase a estudiar; yo, sin embargo, tenía múltiples trabajos; era camarera en bares y restaurantes (a la vez; unos por el mediodía, otros por la noche), azafata de eventos, niñera, correctora de trabajos y tesis doctorales, payaso en cumpleaños y comuniones, jornalera,  profesora particular... 

Sin embargo, hay algo que SOLO YO tenía, que ni ella ni muchos de mis amigos tenían. Yo era muy sensible. Y muy perspicaz. Era despistada, pero a la vez, sumamente trabajadora y constante. Y era muy buena amiga de mis amigos. Poseía un talento especial para las relaciones: todos me querían y confíaban en mí. Era divertida. A su vez, sabía muy bien qué quería y sabía que tenía que luchar duro para conseguirlo. Yo no quería ser como mis hermanos, quería salir del pueblo, estudiar y viajar. Quería ser bonita, y dulce. Quería ser una mujer inteligente y cultivada. Serena. Quería tener una familia y ser una gran profesional. Quería tener ideales y vivir bajo su imperio. Quería escribir. 

Y me fui a estudiar. Y conocí la poesía. Y desarrollé un talento exquisito para comunicarme. Y para conectar con el mundo. A veces esto era agotador; muy agotador. Y duro. Tanta presión, tanto compromiso para con todos, para con el mundo, me vació por dentro. Y enfermé. Y tiraba mi amor propio por el váter compulsivamente porque no tenía fuerzas para seguir luchando yo sola. En caso lo supieron. Y se preocuparon, pero en el momento en el que sentí que era una "carga" para mi madre, que no tenía dinero para pagarme sicólogos ni atenciones, volví a andar yo sola. Tardé años en retomar el vuelo. Durante mucho tiempo estuve en una cuerda floja en la que, cualquier ligero imprevisto, me lanzaba al vacío. Aun así, yo siempre volvía a levantarme. 

Poco a poco, empecé a ser consciente de lo valiosa que era. Empecé a hacer terapia; ya podía pagármela yo, y comprobé que el poder estaba en mí. F. no ayudó mucho en todo esto; era un hombre bueno y sensible, pero no ayudaba a VIVIR. Yo asumía las responsabilidades de todo: de ponernos al día con la vida, de pagar y gestionar las facturas, de hacer planes... Él me quería, sí, pero desde el sofá. Y nunca se levantó de ahí. Una vez más yo asumí el COMPROMISO  y la entrega. Además, él se fue; cuando más lo necesité, se fue y me dejó. Aunque lo he perdonado, lo perdoné desde el primer día, porque sé que es el miedo el que opera en su interior. Y la vulnerabilidad. Y yo sé lo que es sentir miedo, y lo que es sentirse vulnerable. Y no lo voy a castigar por ello. 

Mi amiga C. es mi gran AMIGA. Hemos crecido unidas y nada ni nadie ha podido separarnos, aunque no siempre hayamos estado juntas. Nuestras alegrías y penas son compartidas. Y somos inmensamente generosas la una con la otra. La amo. Y ella me ama a mí. 


No podría decir que mi vida ha sido difícil, no creo que tenga derecho ni motivos suficientes. 


A veces sigo teniendo MIEDO y sintiéndome sola y vulnerable. Pero tengo DICHA en mi interior: tengo un HIJO fruto de mi amor más profundo, y solo pensar en una letra de su nombre, tan solo una letra, me conmociona. Sé que soy una buena mamá, la mejor para mi pequeño: nos respetamos y nos amamos y albergo miles de ilusiones a su lado. Tengo a mi MADRE, inquebrantable, dura y férrea, y a mi FAMILIA,  que siempre están, incluso cuando no quiero. Tengo a mis AMIGOS, que me quieren y me apoyan; me conocen, saben cuál es mi esencia y estamos unidos por siempre. Tengo SENSIBILIDAD y sé apreciar la belleza de la vida sencilla. Tengo un trabajo maravilloso; trabajo con adolescentes y, por muy complicadas que se pongan las cosas, siempre trato de encontrar un poema que les llegue al alma y les reconcilie con la vida. Tengo dinero; tengo dinero suficiente para vivir bien y ayudar a mi familia, que tanto lo merece. 

Lo conseguí: soy una mujer inteligente. Soy culta. Soy sensible. Atractiva. Tengo una familia a la que amo más que a mí misma, y que nutro día a día, yo sola; con entrega, compromiso, valor, responsabilidad, amor... Soy una buena profesora de Lengua y Literatura y, algún día, escribiré mi novela.


YO.