Devorando elefantes

domingo, 15 de agosto de 2021

"Anne with an E"

 "Una sola ley: hagan , digan, sientan. 

Pero hagan lo que dicen, digan lo que sienten y sientan lo que hacen". M.B. 


Fernando Vicente

 

M. marchó ayer con F. Necesitaba unos días para mi soledad y mi desasosiego. Me pedían a gritos atenderlos, hacerles un hueco lo suficientemente hondo como para anclarse en mí. Creo que lo he conseguido. 

Siguiendo las recomendaciones de mi sobrina L., estoy viendo "Anne with an "E" ". Desde el pimer episodio, "La voluntad forjará tu destino", advertí que me gustaría muchísimo. Mis sensaciones y emociones han ido creciendo a medida que avanzaba en el deleite de ver esta serie. Hablo de deleite y, una vez más, a pesar de mi veneración absoluta por las palabras, no estoy segura de ser lo suficientemente justa al hablar de "deleite". Realmente estoy sobrecogida. Trataré de explicarme:

"El arte, la capacidad de crearlo, da sentido a la tristeza de un modo que muchos no pueden experimentar".

"Lo que digo es que no hay un único camino en el arte o en la vida. A veces no hay ningún camino y uno debe derribar muros y abrirse paso en el bosque para llegar a su destino".

"Tienes una preciosa conexión con las palabras. Tenlo en cuenta. Haz algo con ello. Ve adonde te lleve tu pasión".

"Recordé entonces que el mundo real era inmenso y que existía una gran variedad de esperanzas y temores, de sensaciones y emociones, que esperaban a quienes tenían el valor de salir a él... De buscar un verdadero conocimiento de la vida entre sus peligros". 


Fragmentos escogidos del capítulo siete de la segunda temporada. Tenía que parar mientras los veía; tomar nota de ellos y degustarlos. Saborearlos lenta e incansablemente. Las lágrimas recorrían mi rostro; sentía el alma empozada en la gracilidad de estos diálogos... Realmente extasiada con esta esta serie que ha pellizcado mi alma llevándome a mi niñez melancólica que nadie supo explicarme. 

Ana de las Tejas Verdes; así la recordaba yo. Una niña tremendamente sensible y fuerte; buscadora incansable de la belleza; cultivadora perenne de la compasión; una niña buena, tremendamente soñadora que quería ser guapa. Una niña que soñaba con ser amada por un príncipe por siempre jamás y recibir el beso más hermoso de la historia. Una niña con fuerte personalidad e inquietudes, amante de las palabras y las flores blancas, del otoño y las mangas abullonadas. Una niña que hablaba con los animales y a la que le gustaba dar vueltas y más vueltas hasta que su ensoñación la venciese. Una niña que quería ser bonita y que todos la quisieran. Una niña que se sentía desdichada por ser distinta: sensible. 

Y el orfanato, ¡ahora entiendo por qué siempre quise ir a un orfanato! Quería experimentar lo mismo que ella: detenerme yo también en la desdicha y el poder de su redención. Ahondar en las profundidades de mis vulnerabilidades y naufragar en ellas. 

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¿Siempre saldré redimida?, ¿y si llega el día en que no lo siento así?, ¿y si llega el día que la sobrexcitación es demasiada para mi espíritu?, ¿me vale toda esta sensibilidad lo que la dicha de una vida más mediocre le da a muchos?

Almu/a