(*Artículo escrito para la revista Okupa del I.E.S. José Luis Castillo-Puche; curso 21-22)
7,6 kms. 24/10/21
Empecé
a correr cuando tenía unos 25 años. Nunca había sido deportista; en el colegio
era la típica chica más bien rellenita a la que el deporte le hacía “sufrir”.
Recuerdo las pruebas de resistencia de Educación Física, las cuales vivía como
un auténtico tormento. A finales del instituto, la cosa empezó a cambiar.
Empecé a hacer algo de deporte y empecé a sentir lo bien que me sentaban esos
pequeños cambios… No fue hasta cuando terminé la Universidad cuando me decidí a
correr: era barato, no requería de mucha logística, un horario flexible que
podías acomodar a tu rutina… Vamos, ¡no había excusa! Y el gusanillo o las
endorfinas/dopaminas/serotoninas empezaron a apoderarse de mí.
Nunca
me sentí corredora, ni siquiera deportista, a pesar de que hacía deporte con
cierta regularidad. Estas “etiquetas” me parecían como muy ambiciosas para
alguien como yo que apenas corría dos o tres veces por semana una media de
cuatro o cinco kilómetros. Después vinieron pequeñas lesiones; cada vez quería
correr más, pero no me cuidaba lo suficiente: no estiraba, no hacía ejercicios
de fuerza… Y dejé de correr.
No
obstante, ese gusanillo del que hablaba seguía en mí. Y por épocas volvía a
correr. Empecé también a practicar otros deportes y fui consciente de su
importancia si de verdad quieres estar bien, en definitiva, si quieres ser
feliz. No importa qué deporte hagas; ahí has de buscar tu propia motivación y la
que se alinee más con tus valores.
Desde
hace unos años trato de mejorar y no abandono este bendito hábito que me hace
tener los pies en la tierra y a la vez me da tantas alas…
El
querer correr ha hecho que me ocupe en hacerlo mejor; que cuide mi
alimentación, que sea disciplinada y que me forme en ello. He conocido a
Cristina Mitre, la líder del movimiento #mujeresquecorren, que me ha servido de
inspiración continua. Es curioso saber cómo las mujeres, a lo largo de la
historia, han hecho mucho menos deporte que los hombres; a pesar de que se
operan grandes cambios en este ámbito, observamos cómo la mujer relega mucho
más esta afición. No hay suficiente cultura del deporte entre las mujeres. Y
debemos promoverla e inspirarnos. También leía hace poco que hay dos etapas en
la vida de una mujer en la que esta deja de correr: en su adolescencia y en su maternidad
más temprana. He experimentado ambos “abandonos” y lejos de martirizarme o
castigarme por ello, solo quiero promover que no hagamos esto. A veces es
complicado: la vorágine de nuestro día a día, las obligaciones impepinables, la
NO conciliación (muchas de mis compañeras mamás sabrán de qué hablo), la pereza
o la falta de motivación resultan un lastre muy limitante. Lo sé. Lucho con
cada uno de ellos cada día. Pero debemos cuidarnos, atendernos y hacer deporte.
No hay otra.
Me
gusta correr porque lo hago sola, porque es un ejercicio para mí y solo para
mí. A veces es la única excusa que tengo para “salir corriendo” del trabajo, la
casa, hijos… Me gusta correr porque me siento libre, dueña de mí misma. Me
gusta correr porque a veces, cuando no puedo más, me doy cuenta de que siempre
puedo más. Me gusta correr porque experimentas cambios en ti, tanto físicos
como síquicos, que te aportan mucho bienestar. Me gusta correr porque implica
prestarle más atención a tu cuerpo, al que muchas veces ni siquiera miramos. Me
gusta correr porque te hace ser humilde y te demuestra cuánto queda por hacer
siempre. Me gusta correr porque supone
dejar de lamentarte y pasar a la acción. Me gusta correr porque soy mejor
cuando corro, porque soy feliz cuando corro, ¡ni qué decir cuando terminas una
buena carrera! Cristina Mitre en su libro Mujeres que corren decía que “para
una mujer correr es mucho más que correr”. Pues eso.
Sé
que seguiré corriendo siempre, aunque haya etapas que tal vez me aleje. Sé que
se puede correr a los 18, a los 40, a los 50 y a los 60. Sé que puedes correr
solo o con un grupo que te sirva de motivación. Sé que puedes hacerlo sin más
pretensiones que la de un trote ligero que te ponga un poquito a prueba o plantearte
una media maratón. Lo puedes hacer como tú quieras. Pero hazlo. U otro deporte.
Pero hazlo. Es fundamental para tu bienestar personal.
N.B. : Escribo
este artículo el día que mi amiga Irene García, una de nuestras orientadoras,
va a correr la media maratón. Es una valiente que ha decidido ponerse a prueba
y superarse a sí misma. Ella me llevó a mi primera y modesta carrera y no
olvidaré nunca su abrazo cuando llegamos a meta; ella y yo sabemos TODO lo que
llegaba a esa meta con nosotras.
Almudena Ortega
Azorín
Profesora de Lengua
Castellana y Literatura