Lewis Carrol
Nada es tan inexorable como tu tiempo. Repites esa sentencia destructiva hasta herirte en la yema de los dedos. Ha pasado el tiempo y te descubres una vez más a solas con tu conciencia. Nunca has llevado bien no cumplir con las espectativas, las tuyas y las ajenas. Volviste a llamarte RARA. Quisiste ser como todas las demás, pero no funciona. Es absurdo. Siempre acabas trazando melancolías, emborrachándote de abandono y compadeciéndote de los nadies. Y aunque alces tu voz fuerte y reivindiques tu dolor, yo no te creeré. No te molestes en buscar más escusas. Tan bien como yo sabes lo que es, es el mal de medianoche.
Eso sí, sabes que no estás sola. Yo estaré siempre contigo.
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