Devorando elefantes

domingo, 4 de abril de 2021

Mujer con miedo

 


Cultura inquieta

Estos días he vuelto a tener miedo y digo tener miedo, porque cuando viene, se apodera de mí. No hablo de sentir miedo, hablo de tenerlo, es importante esta idea de posesión que me invade en las noches de soledad infundada. El miedo siempre llega por la noche, cuando no hay luz, y no puedo ver con claridad. Llega y mi recuerda quién soy: una mujer vulnerable, sensitiva, emocional, intensa… Y me atenta, me invade casi… Y durante ese tiempo, solo él me habita; me introduce en su cruel laberinto de incertidumbres, de suposiciones, de sinrazón; y se ramifica, y pretende hundir sus raíces en mi alma, en mi corazón. Es tremendamente doloroso.

PERO, ¡pero!, mi corazón está habitado de amor. Y esas raíces no hallan suficiente abono en él; en mi corazón está MI HIJO; a él le debo esta palabra: AMOR. En mi corazón está mi familia, y estoy yo: una mujer valiente, íntegra, madre… Y el día vuelve a despuntar, y vuelvo a ponerme en pie. Y mi niño se despierta en mi regazo; y mis alumnos me esperan en el aula, y tal vez podamos hablar de la VIDA; y mi amiga me escribe y me confía cómo está su alma; y mi madre me está esperando cuando volvemos, M. y yo, JUNTOS del colegio. 

M. necesita mis abrazos; muchas veces interrumpe cualquier actividad para venir a mí con los brazos abiertos, incluso si estamos pegados, necesita alejarse un poquito y tomar carrerilla para que ese abrazo todavía tenga más fuerza. También, de repente, me dice TE QUIERO, y el mundo se abre a mis pies.

 

Y esta es la LUZ que entra por mi ventana cada despertar.

 


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