Devorando elefantes

domingo, 10 de abril de 2016

Vencedores


Fotografía de la colección @ro_rub



Hay días en los que nos sabemos vencedores. Son días azules, o a veces, en blanco y negro.

La alarma de la mañana no había sonado. No hizo falta. De sobra sabías que te despertarías y, dichosa, repasaste tus sueños. Ahí seguían todos, intactos. Anoche nada los perturbó; permanecían a salvo bajo la esfinge de tu cabeza, tus manos y tu pecho. Habías leído a Whitman y sus versos reposaban todavía en tu aliento, entre las sábanas. Te sabías en Paz, a pesar de que  nunca has dejado de ser una extranjera entre esos campos de algodón. No tenías que rescatar a ningún cachorro extraviado, ni tenías que hacer esa llamada que nunca hacías; no tenías que buscar entre tus cuadernos una cita en la que se hallase la respuesta a cualquiera de tus interrogantes; no esperabas una visita torpe que se sentase en tu mesa maltrecha; en ese día no tendrías que entonar ningún "mea culpa", ni destilar tristezas. Sabías, con la fuerza que da la certeza, que nada de eso ocurriría en aquel día y por eso decidiste sentarte amablemente a estar contigo. Tomarías una copa de vino y fumarías algún pitillo.

Seguirías, una vez más, soñando.

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