Devorando elefantes

sábado, 23 de abril de 2016

El lector


El lector
Ferdinand Holder



"Que otros se jacten de las páginas que han escrito,
a mí me enorgullecen las que he leído".

                                                        J. L. Borges


"Él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio". El Quijote, Miguel de Cervantes.
 
 
"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños, y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde del precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno". El guardián entre el centeno, J. D. Salinger.
 
 


"El amor es irracional y ciego, dicen, pero él sospechaba que eso era otro cochino embuste inventado para engañar a las almas simples: porque si hubiese conocido a Hortensia al volante de un coche sport, por ejemplo, como en el caso de Teresa, enamorarse de ella habría sido muy fácil. ¿Qué eso ya no habría sido amor? Amor y del grande". Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé.

 
 
"Lo más urgente no me parece tanto defender una cultura cuya existencia no ha salvado jamás a un hombre de la preocupación de vivir mejor y de tener hambre, como de extraer de lo que se llama cultura, ideas cuya fuerza viva sea idéntica a la del hambre". Antoin Artaud.
 
 
 
"¿Y qué fue lo que aprendieron los alumnos de Amalfitano? Aprendieron a recitar en voz alta. Memorizaron los dos o tres poemas que más amaban para recordarlos y recitarlos en los momentos oportunos: funerales, bodas, soledades. Comprendieron que un libro era un laberinto y un desierto. Que lo más importante del mundo era leer y viajar, tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca. Que al cabo de las lecturas los escritores salían del alma de las piedras, que era donde vivían después de muertos, y se instalaban en el alma de los lectores como en una prisión mullida, pero que después esa prisión se ensanchaba o explotaba. Que todo sistema de escritura es una traición. Que la poesía verdadera vive entre el abismo y la desdicha y que cerca de su casa pasa el camino real de los actos gratuitos, de la elegancia de los ojos y de la suerte de Marcabrú. Que la principal enseñanza de la literatura era la valentía, una valentía rara, como un pozo de piedra en medio de un paisaje lacustre, una valentía semejante a un torbellino y a un espejo. Que no era más cómodo leer que escribir. Que leyendo se aprendía a dudar y a recordar. Que la memoria era el amor". Los sinsabores del verdadero policía, Roberto Bolaño.
 
 

"Aun así, con una sola mirada fui capaz de absorber toda aquella atmósfera y tuve alimento para soñarte siempre, despierta y dormida". Carta a una desconocida, Stefan Zweig.
 
 
"Fue siendo alumno de ese hombre cuando empecé a preguntarme si los literatos no sufren alguna variedad de desequilibrio mental, desequilibrio que, pensando en el trepidante balanceo nocturno de Albert Vetch, he denominado el mal de medianoche. Este mal es un insomnio de origen emocional: el paciente se siente en todo momento -aunque escriba al amanecer o a media tarde- como si estuviese echado en una asfixiante dormitorio, con la ventana abierta y escuchando el golpeteo de un postigo, el paso de una ambulancia, el zumbido de una mosca atrapada en una botella vacía, mientras todo el vecindario duerme a pierna suelta". Chicos prodigiosos, Michel Chabon.





4 comentarios:

  1. Gracias por estas citas, por estas marcas tan precisas que, a otros como a mí, nos ayudarán a guiarnos por este camino a veces tan incierto, nos prestarán esa rara valentía que se precisa para seguir siendo anónimos guardianes entre el centeno.

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  2. Anoche seguí tus pasos y fui a ver "Julieta". Iba precavida por tus comentarios pero, en el fondo, no esperaba encontrarme con una historia tan difícil de digerir para una noche de sábado y en más de una ocasión, también yo tuve que agarrarme fuerte a la butaca y respirar hondo.
    "Julieta" es, como tú bien dices, "la historia de un silencio (...), la historia de una espera, y de la soledad". Pero "Julieta" también es la historia de la culpabilidad. Presente desde el inicio mismo de la película, la culpa va extendiendo sus trampas a lo largo de toda la historia. En eso Almodóvar ha sabido hacer una fiel radiografía de una de las sensaciones más duras que convoca, de una u otra forma, la muerte. La relación con la hija es otro filón de la película. En fin, no siempre una película convoca en mí tantas reflexiones, tantas oportunidades de repensar la vida. Pero, con el permiso de Almu, los que tengáis cuentas pendientes con las pérdidas, no vayáis a verla en sábado je, je.

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  3. Mi querida Carmen, así es, la literatura es al fin y al cabo, una forma de valentía, "semejante a un torbellino y un espejo", muchas veces la única forma con la que contamos para dar luz a nuestros asuntos.

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  4. "Julieta" es un drama muy duro. Y para mujeres. No pretendía hacer spoiler ( dudo mucho encontrarme aquí con este problema), pero efectivamente, la maternidad es el eje de la trama, y efectivamente, la culpa. Esa culpa cristiana que ya parece tejida en nuestro adn, una culpa poderosa que nos condena al más absoluto silencio.
    Disfruta del domingo. Hasta mañana compañera.

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